domingo, 3 de abril de 2011

Panorama de biodiversidad

El CSIC advierte de que el aumento de temperaturas y la escasez de lluvias harán peligrar la supervivencia de numerosas especies de fauna y flora a lo largo de este siglo.
Dentro de menos de cien años no habrá osos en Cantabria, ni linces en Doñana. Muchas especies desaparecerán y otras migrarán hacia el Norte en busca de mejores condiciones para vivir. Así dibuja el futuro medioambiental de España un estudio sobre las consecuencias a medio y largo plazo (desde 2040 a 2100) del cambio climático sobre plantas, aves, reptiles, anfibios y mamíferos de la Península Ibérica, que ha sido elaborado por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Extremadura, y promovido por el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino. 
Los autores del estudio indican que la amenaza de la 'sexta gran extinción' (como la que se llevó por delante a los dinosaurios) es inminente, basándose en los datos del ritmo actual de destrucción de especies que, de no tomar medidas urgentes de conservación, podría llevar al planeta a perder las tres cuartas partes de los animales que hoy lo pueblan durante los próximos siglos. 
España, el país de mayor biodiversidad de toda Europa, con el 50% de la flora y fauna del continente, no escapará a este desastre.
La principal conclusión del estudio del CSIC y la Universidad de Extremadura es que el cambio climático impactará de lleno en la fauna de vertebrados de la Península Ibérica, hasta el punto de que más del 51% de las especies podría requerir medidas concretas de conservación y adaptación para compensar los efectos de las alteraciones climáticas entre los años 2041 y 2070.
Los autores del trabajo analizaron la evolución y el comportamiento de la flora y la fauna española. Para ello evaluaron 292 vertebrados terrestres representativos. En concreto, 27 especies de anfibios, 33 reptiles, 61 mamíferos y 171 aves.
El análisis se realizó a partir de la información climática y los escenarios futuros que elabora la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y el Instituto de Meteorología de Portugal para saber cómo será la distribución potencial de esas especies a lo largo del presente siglo. Se utilizaron los datos mensuales de temperaturas y precipitaciones procedentes de estaciones meteorológicas del periodo comprendido entre 1961 y 1990.
La Aemet pronostica que, para 2100, se producirá un incremento de más de tres grados de la temperatura del país y un descenso sustancioso de las lluvias, de hasta un 20% ó 30%, por lo que la supervivencia de numerosas especies tanto de flora como de fauna peligrará.
El cambio climático provocará a lo largo de este siglo un movimiento de las características meteorológicas del Sur al Norte. Así, el clima de la mitad sur de la Península se 'africanizará', mientras que la mitad norte tenderá a ser más mediterráneo. «Para que se entienda, Benidorm estará en el Cantábrico», explica Ricardo Gómez Calmaestra, uno de los autores del proyecto. Esto significaría que tanto la flora como la fauna cambiarán su hábitat, por lo que su supervivencia dependerá de las medidas de adaptación que se implanten.
Los resultados del estudio muestran que para el periodo 2071-2100 en un escenario climático extremo, el 85% de los anfibios, el 67% de los reptiles y mamíferos y el 63% de las aves podrían ver reducida en más de un 30% su distribución actual.
La peor parte es para los anfibios porque son los más vulnerables a la reducción de la humedad y el aumento de temperaturas, y tienen una capacidad de movimiento más limitada que el resto. Los mapas del estudio muestran que grandes extensiones del Sur no serán aptas para, por ejemplo, el sapo común o la salamandra.
El trabajo también confirma que el aumento de las temperaturas y el descenso de las precipitaciones en la mitad sur de la Península provocará la migración de especies hacia las regiones del Norte y Noreste.
Así, el oso pardo, del que actualmente sobreviven en España dos poblaciones, la pirenaica (que prácticamente está ya extinta) y la cantábrica, verán cómo en el último tercio de este siglo desaparecen por completo las condiciones climáticas idóneas para su supervivencia. En el caso del lince, el aumento de las temperaturas lo empujará fuera de Doñana y los supervivientes -si los hay- deberán buscarse nuevos hábitats el Norte.
Los ciervos, a su vez, podrían dejar las actuales dehesas manchegas. Por otro lado, la desecación de cauces y marjales daría la puntilla a peces autóctonos como el fartet en Alicante y Murcia. Y así un largo etcétera.
Las condiciones áridas que se darán en el país afectarán enormemente a las especies forestales, de las que el 20% sufrirá cambios en su hábitat natural.
El investigador de la Universidad de Extremadura y coordinador del proyecto de flora del estudio, Ángel Felicísimo, apunta que en el norte de España la disminución de la precipitación a nivel global afectará a los bosques, que recibirán entre 200 y 300 litros por metro cuadrado menos al año.
La situación será especialmente preocupante para árboles como el pinsapo, el abeto común, la encina (sobre todo, en La Mancha y Alicante), el roble albar y el alcornoque, que encontrarán condiciones más duras para sobrevivir en su ubicación actual.
El pinsapo, por ejemplo, es una especie autóctona de la sierra de Cádiz, que sólo puede desarrollarse en las condiciones especiales y propias del clima de la zona. Si cambian, no podrá sobrevivir.
Otro caso que destaca el estudio es el del alcornoque, que podría desaparecer de Extremadura y encontrar su nuevo sitio en el clima continental de Galicia.
En general, los lugares que mantendrán las mejores condiciones climáticas para albergar las especies serán algunas zonas del norte de Castilla y León, Asturias y Cantabria.
Los escenarios futuros que plantea el estudio no tienen en cuenta la capacidad adaptativa de las especies.
Felicísimo explica que la fragmentación de los hábitats provocada por el hombre y la rapidez de los cambios que se están experimentando hará difícil que las especies se adapten como lo han hecho en el pasado a las alteraciones del clima. Por ello, propone una serie de medidas para ayudar a la adaptación de las distintas especies de flora y fauna. Entre ellas, la declaración de nuevas áreas protegidas y la creación de corredores ecológicos para el desplazamiento de los animales.
Para las especies en peor estado recomienda la cría en cautividad y la conservación de germoplasma. Es decir, crear almacenes con semillas de las plantas que hoy existen, pero que pueden haber desaparecido dentro de varias décadas
Otra de las propuestas es la creación de una lista naranja con especies no amenazadas actualmente, pero que podrían llegar a estarlo en unos años. La idea es revisar el estado de amenaza de las especies según criterios que incluyan los efectos directos e indirectos de las alteraciones climáticas.
(Fuente: Diario La Verdad, canal temático de Medio Ambiente. 29/3/2011)
El siguiente vídeo nos muestra la importancia de la biodiversidad en el sostenimiento de los ecosistemas:



La Fundación Biodiversidad es una entidad española que apuesta por la investigación, la promoción y la educación necesarios para conservar y restaurar nuestros ecosistemas.



Esta fundación ofrece unas interesantes actividades formativas denominadas BioDiver (pulsa y aprende).

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