jueves, 23 de febrero de 2012

Energía sostenible para todos



Existe una relación intrínseca entre la energía y el desarrollo sostenible que pone de relieve la importancia de una energía moderna, menos contaminante y eficiente para erradicar la pobreza.
El acceso a servicios energéticos modernos y asequibles en los países en desarrollo es esencial para lograr los objetivos de desarrollo convenidos internacionalmente, incluidos los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y el desarrollo sostenible, lo cual ayudaría a reducir la pobreza y a mejorar las condiciones y el nivel de vida de la mayoría de la población mundial.
Por eso, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el año 2012 cómo el Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos con el triple objetivo de garantizar el acceso a la electricidad de todos los hogares, duplicar el peso global de las renovables y mejorar la eficiencia energética antes de 2030.
En un mundo globalizado, el coste de la energía debe ser análogo al de las naciones con las que competimos en la elaboración de los productos manufacturados. El 86% de las reservas mundiales de petróleo y el 83% de las reservas de gas natural se concentran en los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), mientras que en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) las reservas son de un 7% y de un 8,8%, respectivamente, con un consumo del 60% y del 50% de las reservas mundiales de petróleo o de gas natural. Esto significa que la economía de los países de la OCDE, y en especial de España, están sometidas a la fluctuación de precios de la OPEP y de la antigua URSS.
Con respecto a las reservas de hidrocarburos de las repúblicas pertenecientes a la antigua URSS, vemos como Asia Central representa un importante papel por sus grandes yacimientos de petróleo y gas. Sin embargo, la explotación de estos recursos se halla actualmente a tenor de unas condiciones político-económicas muy complejas, cuyo futuro no resulta fácil de dilucidar.
En el caso del uranio, la situación es distinta. Las reservas se encuentran muy repartidas en países democráticos y estables: 25% en Australia, 9% en Canadá y el 7% en Estados Unidos. Por otro lado, el coste del uranio representa únicamente el 5% del coste de la energía, mientras que el del carbón y el del gas natural representa un 50% y un 70% del coste de la energía que producen, ello hace que el uranio garantice una estabilidad en el coste de la energía. El coste del kilovatio hora producido en una central nuclear es de un 75% del coste del producido por los combustibles fósiles y menos de la mitad del producido por la energía eólica.
El caso del carbón es distinto. Además de ser la energía fósil más abundante del mundo, los países de la OCDE tienen un 41% de las reservas mundiales, frente a un consumo del 38%, lo que garantiza el abastecimiento energético. No obstante el carbón produce las mayores emisiones de gases de efecto invernadero.
En la actualidad se encuentra en fase de investigación y desarrollo la captura, transporte y almacenamiento de CO2 en pozos de petróleo y gas, tanto agotados como en fase de extracción, o en terrenos salinos apropiados. Esto supondría, asimismo, un aumento en el coste de la energía producida.
Cada día la demanda de energía a nivel mundial es mayor y por lo tanto será necesaria la aplicación de políticas de promoción y desarrollo además de la difusión de las tecnologías energéticas adecuadas, inclusive haciendo transferencia de estas tecnologías desde los países más desarrollados hasta los que aún se encuentren en vías de desarrollo.
Se prepara así el lanzamiento de una nueva propuesta a nivel mundial que lleva por nombre Energía Sostenible para Todos, que tiene como objetivos principales:
- Garantizar el acceso a servicios energéticos modernos.
- Reducir la intensidad energética mundial en un 40%.
- Incrementar el uso de la energía renovable a nivel mundial al 30%.


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