El reinado de Luis XIV (1643-1715) sorprende inicialmente por su larga duración, tanto si se toma como fecha inicial el momento de recibir la herencia o si se hace arrancar inmediatamente después de la muerte de Mazarino al comenzar su gobierno efectivo. En el transcurso de más de medio siglo, los destinos de Francia estuvieron regidos por este monarca excepcional, cuya personalidad y formas de actuar se destacan por encima de lo normal, al margen de la valoración que se pueda hacer de su reinado. Con él el absolutismo alcanzó un pleno apogeo, llegando la Monarquía al culmen de su poder y de su prestigio, no sólo nacional sino también internacionalmente, ya que se convirtió en soberano indiscutido y divinizado en el interior del territorio francés y en árbitro y controlador del juego de las relaciones interestatales. Así pues, durante buena parte de la segunda mitad del siglo XVII Francia se transformó en la gran potencia europea y su rey en uno de los personajes más poderosos e influyentes.
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