La lateralidad manual, con predominancia de diestros, parece ser que está presente en los seres humanos desde hace medio millón de años. Recientes investigaciones apuntan hacia su estrecha relación con el lenguaje y la conducta social.
Estudios realizados en la Sima de los Huesos (Atapuerca) ponen de manifiesto que nuestros ancestros, Homo heidelbergensis y neardentales, utlizaban la mano derecha para despegar la carne de los huesos con la ayuda de lascas cortartes tal como lo prueban las marcas paralelas en la misma dirección sobre los huesos; donde el número de individuos diestros registrados es del 93%. En este sentido se establece una correlación positiva entre la utilización del hemisferio cerebral izquierdo (sede del lenguaje) y el predominio de la mano derecha.
El cerebro controla el cuerpo de modo cruzado, y casi siempre el hemisferio izquierdo es el dominante, por lo que la mayoría de las órdenes están destinadas a la mitad derecha del cuerpo. Esto es cierto en un alto porcentaje de los diestros, pero no así en los zurdos. En casi la mitad de los zurdos el hemisferio cerebral izquierdo rige el lado izquierdo del cuerpo. Así que las personas diestras dominan por el hemisferio izquierdo, mientras que los zurdos y ambidiestros pueden presentar dominancia derecha, izquierda o cruzada.
Por otro lado, se ha descubierto que el comportamiento social se relaciona con el nivel de uso de las manos de la población, como prueban los científicos Daniel M. Abrams y Mark J. Panaggio de la Universidad de Northwest (Washington). Éstos han desarrollado un modelo matemático que revela que el
bajo porcentaje de personas que usan la mano izquierda es el resultado
del desequilibrio entre cooperación y competencia en la evolución del
ser humano. En una sociedad totalmente cooperadora, las hipótesis sugieren que todo
el mundo tendría la misma mano dominante. De este modo, el análisis de
Abrams pretende confirmar esta especulación: el hecho de que haya un 10%
de zurdos señala que la especie humana no es totalmente cooperadora. Por tanto, podemos deducir que vivimos en una sociedad más cooperadora que competitiva. Si las sociedades fueran completamente cooperativas, todo el mundo usaría
la misma mano, según Abrams. Además, si la competencia fuera más
importante, uno podría esperar que la población fuera diestra o zurda en
una proporción de 50-50. Por un lado, la cooperación favorecería el uso de la misma mano, para
poder compartir las mismas herramientas, y por otro lado, la competición
física potenciaría el uso de la izquierda. En una lucha, un zurdo
tendría ventaja respecto a un diestro.
Abrams y Panaggio se centraron en datos recogidos de una muestra de
deportistas de élite para apoyar la teoría del equilibrio necesario
entre cooperación y competición de la especie humana.
Su modelo predice que el número de deportistas zurdos con éxito conforman más de un 50% en el caso del béisbol, el boxeo, el hockey y el esgrima
y más de un 10% en otros deportes como el tenis de mesa. Sin embargo,
el número de golfistas zurdos con éxito es muy bajo, solo un 4%.
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