Murcia es nacionalmente nombrada "tierra de pijos". Y a mucha honra. Pues no sólo en cuanto a atributos masculinos (signos de virilidad, "carajos") se le atribuyan, sino que Murcia es tierra de pijicas. El pijicas, a diferencia del cicatero o pijotero nacional (puñetero que hace el pijo al prójimo), no es un hombre mezquino, es un cosicas amigo de puntualizar y de llevar las cosas en sumo orden y recalo. Se trata de una persona exquisitamente fastidiadora, encumbrada en el orden, amante de la chanza y el chascarrillo bien contado, y, sobre todo, enamorada de poseer cualquier detallico que otra no tenga, aunque sea cornamenta.
Personaje muy reconocido fue José María Luján, el "tío Pijicas", por los adornos de su bicicleta (cinticas, florituras y banderines de seda). Una vez un chungón le preguntó: José María, ¿cuándo botas el trasatlántico?; éste respondió: Cuando te pagues una botella de champán. El "tío Pijicas" era murciano de Huerta. Nunca se le vio acompañado de más moza que su bicicleta.
Las pijicas eran conductas muy variopintas: poner pegas a todo, chinchar al prójimo, rehacer tareas hasta que cumplan hasta el último detallico,... En fin, el pijicas era como aquel célebre rapazuelo que, subido en el ciruelo de un vecino, comía ciruelas con cierta mesura, y, entre bocado y bocado, decía al compañero del hurto:
- Están como Dios, oye, si no fuera por los huesos.
- ¿Es que tienen?. Replicó a bocajarro el otro.
En la actualidad el vocablo pijo tiene otras acepciones referidas a las conductas presumidas de las clases más pudientes o adineradas, propias de los adolescentes,así como en la manera de vestir y de hablar ("Ser un chico pijo; ser una chica pija") en tono despectivo. Pero esto es harina de otro costal.
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