sábado, 8 de febrero de 2014

Leche antibiotizada


 El uso de antibióticos es una práctica frecuente para el control y prevención de enfermedades infecciosas en las ganaderías lecheras; sin embargo en la gran mayoría de ocasiones, suelen utilizarse sin tener la asesoría y control veterinarios pertinentes, por lo cual son utilizados de manera inadecuada empleando subdosificación o sobredosificación, número de aplicaciones, duración del tratamiento y vías de administración incorrectas.
Entre los antibióticos comúnmente utilizados en el medio se encuentran los β-lactámicos y Tetraciclinas por ser fáciles de adquirir, económicos, amplio espectro de acción y ampliamente conocidos por los ganaderos.
 Los antibióticos β-lactámicos, se usan generalmente en el tratamiento de mastitis, procesos piógenos, carbón sintomático, edema maligno, hemoglobinuria bacilar, tétano, pielonefritis, leptospirosis, listeriosis, entre otras. En el caso de las tetraciclinas, se suelen utilizar en infecciones sistémicas como las respiratorias, entéricas, casos de metritis, mastitis, anaplasmosis, leptospirosis, poliartritis infecciosa, pierna negra y otras.
 Entre los factores más importantes de ésta problemática tenemos el no respeto a los tiempos de retiro de estos fármacos en la leche. Éste periodo, es el tiempo en el cual los antibióticos siguen siendo excretados a través de la leche en cantidades que son potencialmente peligrosas si son consumidas por las personas.
 La existencia de residuos de antibióticos en la leche disponible para el consumo humano es un problema con amplias repercusiones en la salud publica, a pesar que generalmente las cantidades presentes en la leche son relativamente bajas, éstas constituyen un potencial peligro ya que si son consumidas constantemente pueden llegar a provocar distintas alteraciones a la salud, tales como la sensibilización producida por una ingestión repetida de pequeñas dosis, procesos alérgicos en las personas, que en casos extremos llevarán a anafilaxia y provocan perturbaciones pasajeras en la flora intestinal, así mismo, reacciones de intoxicación frente a determinados antibióticos de gran toxicidad (Jacquet y Auxepaules, 1978; Oda y Hiwaki, 1996).

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