El océano profundo, la capa a más de 300 metros bajo la superficie, acumula calor suficiente como para enmascarar el calentamiento global incluso durante diez años, de modo que apenas se aprecien subidas de la temperatura atmosférica del planeta. Es lo que ha pasado en la última década y lo que puede pasar más veces a lo largo de este siglo, aunque continúe el calentamiento. Es la conclusión de una investigación de expertos del Centro Nacional de Investigación Atmosférica, estadounidense, basado en simulaciones informáticas del clima.
La década de los 2000 ha sido la más templada en más de un siglo. Sin embargo, el año récord con temperatura media más alta, que fue 1998, permaneció imbatible hasta 2010, explican los investigadores del NCAR, que han trabajado en esto junto con colegas de la Oficina de Meteorología de Australia y que han presentado sus conclusiones en la revista "Nature Climate Change".
Las emisiones de gases de efecto invernadero, que provocan el calentamiento global, siguieron aumentando durante la década de los 2000 y la diferencia entre la radiación solar entrante en el sistema terrestre y la radiación saliente fue aumentando, lo que implica que se estaba acumulando calor en algún sitio.
Los científicos habían ya apuntado que los océanos estarían escondiendo calor del cambio climático que, de otra manera, se apreciaría en la atmósfera, en la tierra o en la fusión de hielos. Las medidas tomadas con boyas en el mar indican un cierto calentamiento, pero no suficiente, el balance no cuadra a no ser que se tenga en cuenta el océano profundo como almacén de calor extra en el planeta.
Mediante simulaciones climáticas los científicos han podido hacer predicciones del clima de las próximas décadas, teniendo en cuenta las estimaciones sobre emisiones futuras de gases de efecto invernadero, constatan que este siglo subirán las temperaturas varios grados centígrados, pero la tendencia al calentamiento estará salpicada por períodos en que parecerá que la temperatura se ha estabilizado y luego subirá otra vez. Este tipo de pruebas confirman la estrecha influencia que tiene la hidrosfera sobre el almacenamiento y distribución de calor a escala mundial.
En estos períodos de estabilización, las simulaciones indican que entra en el océano energía extra y que las capas profundas absorben una cantidad desproporcionada de calor debido a los cambios en la circulación oceánica. La capa del océano por debajo de los 300 metros (bajo la plataforma continental) se calienta entre un 18% y un 19% más de lo normal durante estas fases de estabilización de las temperaturas en la superficie terrestre.
El principal factor determinante es el elevado calor específico de fusión y de vaporización del agua, que junto a las corrientes marinas profundas (o termohalinas), contribuye al ascenso de agua cálida y descenso de agua fría; este proceso dura hasta que se alcanza una nueva termoclina que da lugar así a una fase de calma en las corrientes verticales, este periodo coincide con la "secuestro de calor" externo y se manifiesta como atenuación del "efecto invernadero" . Cuando pasa una década se produce la ruptura de la termoclina oceánica causando la liberación súbita a la atmósfera del calor almacenado en las profundidades y el ascenso exponencial de la temperatura. Es decir, los incrementos de la temperatura media de la Tierra no son lineales ni el la fase de estabilidad por la termoclina ni en la fase de la ruptura de ésta.
Por otro lado, cabe considerar que el aumento de temperatura de las masas de agua profundas constituyen un riesgo en la liberación de las reservas de metano del suelo marino. Un potentísimo gas de efecto invernadero cuando queda libre en la atmósfera.
(Fuente: Diario El País. Sección: Ciencia. 19-9-2011)
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