Podemos inducir el engaño en nuestro cerebro empleando el contraste rápido y la visión periférica. Véase como se distorsionan los rostros cuando nuestro cerebro intenta alinear los ojos y las caras. Mirad con atención la cruz y veréis como se afean las caras de manera grotesca. He aquí el experimento:
No hay comentarios:
Publicar un comentario