miércoles, 10 de agosto de 2011

La sopa de la vida


LA SOPA Y LA VIDA

A veces pienso en la sopa que tomaba cuando era chico.
Ese misterioso brebaje tenía varias cualidades según los mayores:
Hacía crecer, nos tornaba tan fuertes cual Popeye después de la espinaca, nos hacía "venir grandes"...
¿Cuánto verso nos hacían para tragar esa bendita infusión, no?. A veces con arroz, con fideos, con huevo, con pan rallado y limón, en forma de avioncito aterrizando en nuestra boca, Superman volando, para tenía un solo nombre: "sopa".
Y si el invierno corría con este plato nos entibiábamos el alma, en esos días de frío, de lluvia, quién no disfrutaba de la sopa? seguramente más de uno de nosotros en esta estación del año habrá sido reconfortado tomando toda la cantidad de sopa que nos entrara, hasta que se nos hinchara la panza, hasta reventar...
En verano, en verano otra es la historia.
Venir todo transpirado luego de haber jugado a la pelota toda la mañana al rayo del sol y encima haber perdido por goleada, llegar a la cocina y ver la olla humeante nos hacía recordar en forma instantánea a una detonación nuclear y el humo por consiguiente en algo así como el hongo radioactivo.
La desgracia de "esta sopa" era que no se acababa nunca, duraba para siempre, para toda la vida a la vista de nuestros ojos de chicos sanos, inocentes...
Y fuimos creciendo...
Y la sopa la empezamos a tomar cuando nosotros queríamos, invierno, verano, otoño o primavera, cuando nos diera la real gana.
No solo cuándo, sino cuánto también, empezamos a manejar dos parámetros: tiempo y cantidad.
¡Cuántas veces nos pasa que esperamos de la vida una instancia determinada y nos ocurre otra, cuántas veces pensamos que algo está totalmente superado y sin embargo aparece de nuevo!.
"Esto" anterior me hace acordar a aquella bendita sopa, no la esperamos, ni nos gusta, pero de pronto está ahí...
Y como NO es lo que nos gusta, nos vienen cinco platos o un balde...
Esta "sopa", la que aparece a lo largo de nuestras vidas debemos tomarla lo más rápido posible para que se acabe pronto, y NO volver a hacer lo mismo para que NO aparezca nunca más.
Si apareció, es porque nosotros mismos hicimos y queremos que aparezca de nuevo, y si no podemos hacer que no aparezca nunca más, no la acumulemos, porque ahí si, se juntarán un montón de platos y el malestar por tragar tanto de lo que uno no quiere, ni le gusta, sin ningún tipo de dudas indigesta, indigesta y mal.
Alguien me dijo una vez que la vida es un juego con algunas reglas mínimas.
El juego consiste en que la vida es un montón de habitaciones con contenido sorpresa todas y cada una de ellas, habitaciones, una tras otra, de costado, arriba, abajo...
La misión: intentar llegar a la salida.
Las reglas: una sola, sencilla, no se puede permanecer quieto, hay que estar caminando siempre.
Si nos toca llegar a un cuarto y no nos gusta lo que encontramos, pasémoslo lo más rápido que podamos, y por el contrario si encontramos algo o alguien que nos gusta o nos gustaría tener de compañía, invitémoslo a seguir juntos el resto del juego, quién sabe lo que encontraremos en la habitación siguiente?, a lo mejor podemos ayudar, a lo mejor nos tendrán que ayudar...
¡Qué buen juego!... ¿no?.
Por eso lo de la sopa, cuando nos topamos con lo mismo siempre, es porque estamos en el mismo cuarto, caminamos si, pero siempre por el mismo lugar, sin atrevernos a abrir la puerta siguiente para seguir en este juego de vivir.
Sigamos adelante, total... ¿qué nos puede pasar?.
Podemos encontrar algo mejor, en hora buena, disfrutémoslo.
Podemos encontrar algo peor, entonces salgamos rapidamente, lo antes posible de ahí.
O podemos encontrar algo igual, aquí podríamos seguir buscando algo que nos guste o si no, si decidimos volver atrás porque creemos que todos los cuartos son iguales, bueno, quién elija esto, no se cansará de tomar sopa, y no sé si se aguantará estar siempre en el mismo lugar.
Me gustó la comparación de la vida con los cuartos y la sopa, caminar, caminar siempre, abrir nuevas puertas que a su vez nos comunican con cosas nuevas, y si esto que la vida es un misterio no es así, digo yo: los misterios... ¿cómo son?... ¿dónde están?.
Somos peregrinos errantes, eternamente errantes, en busca de "algo" que a lo mejor ni nosotros mismos sabemos exactamente qué es, pero eso si, busquemos, busquemos siempre, el que busca tiene al menos la esperanza y la posibilidad de encontrarlo, y por costumbre, comodidad o conveniencia nunca quedarse al lado de nada ni de nadie, por nada y por nadie, salgamos corriendo con lo puesto.
Que sus sueños se concreten y si no es así, si es que sus sueños se alejan en la medida que ustedes se acercan, no importa, eso al menos, el perseguir un sueño, habrá hecho que tengan que caminar para algún lado, que no se hayan quedado quietos, y el caminar, aunque no sepamos bien hacia dónde, el caminar siempre es muy bueno.
 
(Autor: Ruben Fondati)

* Nota de humor:


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